Un lugar distinto
- Tomás Marchetta (@Tomas_Marchetta)
- 6 sept 2016
- 2 Min. de lectura
Naranja Verde es un bar que supo ser en otros tiempos un complejo de salas de grabación. En el mismo lugar que Charly García filmó "Yendo de la cama al living", hoy la juventud "indie" se divierte todos los fines de semana.

(Foto: Facebook - Naranja Verde)
“Ustedes no son los Ramones”, le grita una chica a una banda punk que, aunque ella no le guste, tiene onda y anima el bar. Es la tercera canción que toca en la noche y es claro que intentar darle batalla a las nuevas bandas indie de complicados nombres no es lo mejor en la lucha punk.
Mientras tanto, en Naranja Verde hay casi cien personas pasándola bien. Como el alcohol es barato, el miedo a charlar se pierde rápido y las generaciones del ‘89 al ’98 se vuelven una sola.
Llegar allí es sencillo, encontrar el lugar correcto es lo complicado. “Naranja” no se ve como un bar o un boliche. Desde la vereda, luce como cualquier edificio residencial de la Avenida Santa Fe al 1200: una puerta acero de casi dos metros, una cámara de vigilancia y diez timbres de los cuáles sólo funciona el 3B. “La fachada actual es la consecuencia de los injustos aprietes de los inspectores de la Ciudad”, comenta alguien por lo bajo. Quizá las clausuras sean injustas o tal vez solo se trate de una avivada para no gastar en reformas.
El espacio en el que hoy funciona Naranja Verde era un complejo de salas de grabación. Los espacios aún conservan las alfombras y el aislamiento sonoro en las paredes que eran propios de su función previa. Son visibles los rastros de su historia: "El video del tema 'Yendo de la cama al living' de Charly García fue realizado allí", explica su página web. Lo cierto es que son simples detalles que poco le importan a quien solo va a distraerse un sábado a la noche. Al tocar el 3B, la cámara, que sí funciona, enfoca a los visitantes y algún encargado acciona el portero eléctrico para dejarlos pasar.
Una vez dentro, se empieza a escuchar la música. Si el ritmo parece conocido, es porque está pasando temas el DJ. Si no, es porque hay una banda emergente buscando adeptos. No obstante, recién subidos los tres pisos por escalera y atravesando una puerta blanca de madera, se puede dar con la respuesta. Es un piso entero de pogo y charla bajo las luces tenues de Naranja Verde. Hay lugar para los exaltados, los más tranquilos y algunos rezagados.
Ya avanzada la noche y con la última banda retirando sus instrumentos, el DJ cede su puesto a la gente con una condición: un tema por persona y no vale repetir. Desde un Harrison solista hasta un rap de Dante Spinetta, pasando por un movido “Wadu Wadu” ochentoso, todos tienen oportunidad de exteriorizar sus gustos en histriónicos pasos de baile.
La noche no tiene caducidad, termina cuando el cansancio inunda los cuerpos de los jóvenes y los hace tomar conciencia de que deben volver a casa. Aún así, eso no los desanima. Ya volverán a Naranja Verde, como lo hacen cada fin de semana.
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