Under Pressure
- Redacción Llueva o Truene
- 9 ago 2016
- 3 Min. de lectura
Desde que se cercioró de ser cero positivo, Freddie Mercury batalló contra el sida, enfermedad que le ganó la pulseada el 24 de noviembre de 1991. Apenas un día antes, había anunciado en un escueto comunicado su padecimiento. Cómo transitó el no estar sobre un escenario y las repercusiones de su muerte en la siguiente nota.
“Respondiendo a las informaciones y conjeturas que sobre mí han aparecido en la prensa, deseo confirmar que soy cero positivo y que tengo sida. Es hora que mis amigos y fans en todo el mundo conozcan la verdad, y deseo que todos se unan a mí, a mis médicos y a todos los que padecen esta terrible enfermedad, para luchar contra ella". Era un comunicado corto, pero contundente. Revelaba lo que todos sospechaban: Freddie Mercury tenía sida y lo admitía públicamente el 23 de noviembre de 1991. Sin embargo, el cantante de Queen no logró continuar la batalla, falleció al día siguiente de una neumonía que no soportó a causa de su enfermedad.
Freddie se cercioró de que era cero positivo entre finales de 1986 y principios de 1987, o al menos eso es lo que se cree. En simultáneo, Queen entró en una pausa indefinida argumentando que "querían relajarse"; el Magic Tour había sido agotador y Brian May enfrentaba un divorcio. La realidad era distinta. Freddie padecía sida y Queen dejaba de presentarse en vivo, nadie imaginaba que el recital de Knebworth Park sería el último de la banda británica con él sobre el escenario. ¿Quién, qué, podría alejarlo del lugar en donde más él se sentía? Farrokh Bulsara era Freddie Mercury allí, frente al público, desafiandoló continuamente. Ese era su lugar en el mundo. El histrionismo, la arenga, la coordinación perfecta entre la potencia de las canciones y su expresión corporal, ese andar decidido e imponente. Él era eso, el show.

Freddie en These Are The Days Of Our Lives, último video musical que grabó con Queen.
Entre 1987 y 1991, siguió componiendo y grabando canciones, y, por supuesto, combatiendo la enfermedad. Freddie no quería renunciar a los escenarios, pero el sida avanzaba a pasos agigantados. Pese a toda advertencia, se presentó junto con la diva catalana de ópera, Monserrat Caballé, en el festival de Barcelona y cantaron "Barcelona", una canción de un álbum realizado en conjunto. Poco le importó haber hecho playback, lo importante era subirse a un escenario y ser él mismo otra vez. La última.
Sus apariciones en vivo se tornaron cada vez más escasas y la prensa británica no paraba de diagnosticarle enfermedades y adicciones. Fueron cuatro duros años para Freddie, pero nunca en solitario. Además de sus compañeros de Queen; su amiga de toda la vida, Mary Austin, y su última pareja, Jim Hutton, lo acompañaron hasta el final.
El domingo 24 de noviembre de 1991 Freddie murió en paz, en su casa de Londres. No hubo declaraciones de la familia, ni amigos y su funeral fue sumamente cuidado.
En el siguiente video, se pueden observar las primeras repercusiones de la muerte del cantante:
Freddie fue cremado y corre el rumor de que Mary Austin esparció sus cenizas en algún lugar que el cantante le encomendó. Sin tumba alguna que visitar, la gran despedida fue The Freddie Mercury Tribute Concert for AIDS Awareness (El concierto homenaje a Freddie Mercury para el conocimiento del sida) celebrado el 20 de abril de 1992 en el Estadio Wembley de Londres en homenaje por su trayectoria musical.
No obstante, no fue el único reconocimiento recibido. En noviembre de 1995, Queen presentó Made In Heaven, último trabajo que grabó la Reina -apodo con el que lo conocían en la intimidad- con la banda.
En Montreux, Suiza, se erigió el 25 de noviembre de 1996 una estatua de tres metros de alto hecha por la escultora checa Irena Sedlecka. Los gastos corrieron por cuenta de su padre, Bommi Bulsara, y Montserrat Caballé. También se imprimió en Reino Unido una estampilla real y se colocó una placa conmemorativa en la casa a la que se mudó con su familia en 1964.
La BBC lo ubicó en 2002 en el puesto 58 en la lista de los 100 británicos más influyentes y la revista Time Asia lo nombró como uno de los asiáticos más populares de los últimos setenta años. La Rolling Stone lo colocó en 2008 como el decimo octavo mejor cantante de todos los tiempos, mientras que Classic Rock, al año siguiente, lo consideró el mejor cantante de rock de la historia.
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